El primer día comenzamos la subida desde el pueblo de Güejar Sierra, a 1088m de altitud. Pese a las temperaturas del mes de julio, la ruta se tornó agradable gracias a que trascurrió en su mayoría junto al río y rodeada de árboles. Hicimos coincidir además la llegada a nuestro campamento con el atardecer, llegando incluso de noche al final de la etapa, lo que nos alivió casi por completo la temperatura, que conforme ganabamos en altitud, descendía rápidamente para nuestra alegría. Esta primera noche no pudo ser más agradable, buena compañía, estrellas y un silencio reparador, que nos conectó con el entorno de inmediato.

En la segunda etapa nos esperaba un recorrido bastante exigente físicamente, a la vez que espectacular. Teníamos por delante 1500m de desnivel positivo… Conforme ganábamos altitud los senderos desaparecían, el terreno salvaje lo inundaba todo, el agua y las cascadas brotaban de entre cualquier roca, estábamos en un lugar mágico, y prácticamente solos. 

Finalmente alcanzamos el lugar de acampada de esta etapa, la laguna de LA MOSCA. Estábamos agotados por la jornada de subidas, pero el lugar no podía ser más espectacular. Tras una cena agradable y reconfortante entre risas, dispusimos nuestros sacos de dormir en torno a la maravillosa laguna, y nos preparamos para recargar pilas con el sonido de los grillos de fondo y un manto de estrellas sobre nuestras cabezas, la sensación de paz era indescriptible.

La etapa final resultó excitante, dado que durante la primera parte llegábamos a lo más alto del pico MULHACEN, que con 3478m de altitud es la montaña más alta de la España peninsular. Terminamos el día en el pueblo alpujarreño de Capileira, agotados por tanto kilómetro, pero supimos compensar bien con unas cuantas cervezas a nuestra llegada 🙂

Sin lugar a duda, una gran experiencia que todos recordaremos, aventura, naturaleza, compañerismo, no puede haber mejor combinación.